
Actitudes y Facilitación: Claves para Crear Espacios de Confianza en los Equipos
Los seres humanos crecemos inmersos en una cultura particular, modelada por la educación y nuestras experiencias sociales. A medida que interactuamos con diferentes grupos, enriquecemos nuestra identidad con valores, creencias, normas y actitudes que impactan en nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos.
En la facilitación de equipos, las actitudes juegan un papel clave para generar espacios de confianza, donde las personas puedan expresarse sin miedo y construir en conjunto. Basándonos en la teoría de Carl Rogers y la Nueva Cultura de Fabrika, identificamos tres actitudes esenciales para una facilitación efectiva: congruencia, aceptación incondicional y empatía.
Congruencia: La Autenticidad del Facilitador
La congruencia se refiere a la capacidad de mostrarnos tal como somos, sin máscaras ni fachadas. Un facilitador congruente no oculta sus emociones ni se refugia en un rol distante, sino que comparte su experiencia con transparencia y autenticidad.
Para lograrlo, es fundamental desarrollar la autoobservación y reconocer cómo nos afecta la interacción con el grupo. Desde esta honestidad, podemos comunicar lo necesario sin perder el foco del proceso grupal.
“La autenticidad genera confianza y permite que el grupo se exprese con mayor libertad.”
Aceptación Incondicional: Acoger la Diversidad del Grupo
Cada equipo es un ecosistema único, con múltiples formas de expresarse, comunicarse y tomar decisiones. La aceptación incondicional implica recibir al grupo tal como es, sin juicios ni expectativas predefinidas.
Aceptar no significa estar de acuerdo con todo, sino crear un entorno seguro donde todas las voces puedan ser escuchadas. Este clima de confianza facilita que emerjan las dinámicas ocultas que pueden estar bloqueando la colaboración y el aprendizaje.
“Cuando el grupo siente que no necesita defenderse, puede explorar con mayor profundidad sus desafíos y posibilidades.”
Empatía: Conectar con lo que Está Vivo en el Grupo
La empatía es la capacidad de comprender la experiencia del otro sin filtrarla por nuestras propias creencias o interpretaciones. En facilitación, esto implica estar presente, escuchar activamente y sostener un espacio donde cada persona pueda expresar lo que necesita.
Un facilitador empático no solo capta lo que se dice, sino también lo que queda implícito en el lenguaje corporal, los silencios y las emociones que emergen en el grupo. A través de la empatía, ayudamos a que cada persona pueda dar sentido a su propia experiencia y compartirla con los demás.
“La empatía no busca solucionar el problema del otro, sino crear un espacio donde pueda encontrar sus propias respuestas.”
Evitando Actitudes que Bloquean la Facilitación
El psicólogo Alex Muchielli identificó una serie de actitudes que pueden dificultar la construcción de espacios de confianza. Algunas de las más comunes son:
-
Actitud de evaluación: Emitir juicios de valor que pueden generar defensividad en el grupo.
-
Actitud explicativo-interpretativa: Tratar de dar una explicación o solución antes de que la persona termine de expresar su experiencia.
-
Actitud de apoyo y consuelo: Minimizar una emoción con frases como “no te preocupes, todo estará bien”, sin dar espacio a que se procese realmente.
-
Actitud interrogativa: Hacer preguntas excesivas que pueden hacer sentir al otro como si estuviera en un interrogatorio.
-
Actitud de solución de problemas: Proponer soluciones rápidas en lugar de acompañar el proceso del grupo.
Solo la actitud de comprensión empática genera la confianza necesaria para que el grupo avance en sus propios descubrimientos y transformaciones.
Facilitación y la Construcción de una Nueva Cultura
En Fabrika trabajamos con organizaciones que buscan transformar su cultura para ser más efectivas, adaptativas y humanas. La facilitación es una herramienta poderosa en este proceso, ya que permite que los equipos revisen sus formas de trabajo y relaciones, integrando nuevas prácticas que favorezcan la confianza, la transparencia y la colaboración.
El papel del facilitador no es imponer un camino, sino acompañar a los equipos en la exploración de nuevas maneras de pensar, decidir y actuar. Para ello, la actitud del facilitador es clave: su presencia, autenticidad y capacidad de acoger lo que surge en el grupo determinan el éxito del proceso.
“El cambio cultural no se impone, se facilita. Y para facilitarlo, primero hay que encarnarlo.”